Gotas de otoño

Gotas de otoño
Cuando una hoja cayó a la fuente, y se llenó de agua, me di cuenta de mi error, de que nada era como antes. Pero podía volver a serlo, aunque sólo fuese un poco.

jueves, 27 de enero de 2011

Capítulo 3

CAPÍTULO 3.





- Pero, ¿Qué haces tú aquí?
- Venir a verte, hace una semana que no te veo y me estaba empezando a poner malo sin tu compañía.
- Pero que tonto. No sabes el susto que me has dado, pensaba que eras un secuestrador de estos.
- Me encantaría poder secuestrarte ahora mismo.
- Ya, grandullón, pero no puedes, dentro de exactamente media hora tengo que estar otra vez en clase.
- Entonces esta media hora deberías pasarla conmigo ¿No crees?
- No se, no se…
- Pues si no la pasas conmigo me enfado.
- No seas niño, Toni.
- Um.- Se da la vuelta dándome la espalda y pareciendo enfadado.
- Bueno, vale me voy contigo. – Le doy un pequeño beso en el cuello. – Pero antes tengo que decírselo a mis amigos.
- ¿Dónde están? Yo te llevo y así me los presentas.
- Vale. Mira están un poco más adelante. Vamos. – Me subo con él en la moto y nos desplazamos unos metros hasta llegar hasta ellos. Me bajo de la moto y les sonrío.
- Pero, ¿Auro?
- Sí, me habíais dejado atrás.
- ¿Qué haces subida en esta motaza y con este chico? – Empiezo a reírme y Toni conmigo.
- Este chico es Toni, mi novio, que ha venido a verme.
- ¿Es Toni? Madre mía, que suerte que tienes Auro. – Me comenta Miri.
- Es guapísimo ¿A que sí? – Digo muy orgullosa de él.
- Pero mucho. – Contesta Cata.
- Ejem, que sigo aquí, chicas. – Dice Toni.
- Te quiero. – Le susurro al oído. – Y estoy muy orgullosa de ser tu novia. – Añado.
- Chicos, chicas, encantado. Nos vemos cuando salgáis del instituto. Me la llevo esta media hora ¿Vale?
- Trátala bien ¡Eh! – Le dice Quique.
- No lo dudes.
- Y cuídamela, que es muy frágil. – Le comenta Iñigo de broma.
- Tú no le hagas ni caso. – Le digo a Toni dirigiendo una mirada asesina a Iñigo que provoca las risas de todos.
- ¡Disfrútalo Auro! – Me grita Miri cuando ya estoy subida en la moto y acabamos de arrancar.



Me lleva por las calles de mi barrio, pasamos por un centro comercial y finalmente un edificio alto de pisos.



Toni, llevaba en la universidad ya dos años estaba en tercero de carrera. Cuando empezamos a salir, se vino a Madrid a empezar a estudiar empresariales en la universidad complutense. Siempre decía que era lo mejor que podía haber hecho, ir a Madrid para poder estar conmigo.
Llevábamos ya dos años y cuarenta y cinco días juntos.
Sus padres le habían dado un dinero para la vivienda, aunque yo le había insistido una y mil veces que se quedase en la casa de mis abuelos, la cual ellos no usaban porque nunca venían a Madrid.
Al final terminó por alquilar un piso que compartía con Gabriel (el chico con el que me di mi primer beso).
Me llevaba para su piso, que a mí me encantaba porque era moderno y acogedor a la vez.
Cuando llegaron a Madrid, ambos me pidieron que les ayudara a amueblar su casa, y yo acepté encantada porque era algo que me apasionaba.
Esa casa era en parte mía también, sólo que yo no la pagaba como hacían ellos.
Cada vez que entraba en esa casa, por una parte me sentía genial, pero por otra un poco incómoda, sobre todo por Gabriel.

Llegamos a la puerta y subimos al piso. Gabriel no estaba, porque iba a la universidad por la mañana, así que estábamos completamente solos. Lo malo es que sólo teníamos media hora.

Al entrar en la casa y cerrar la puerta, Toni se sentó en el sofá mientras que yo iba al baño. Cuando salí, al verle ahí sentado, mirando la televisión, con los labios cerrados y el ceño fruncido, una sonrisa me salió sin querer. Me encantaba verle, estuviese como estuviese. Enfadado, alegre, pensativo, atento, asombrado, sonriente…
Me acerqué a él, dándome cuenta de que aún no le había dado ni un mísero beso en los labios, como muestra de la alegría que me había dado verle.
Me senté encima suya y le miré a los ojos.

- Aurora. – Me miró muy tiernamente.
- No digas nada. – Le dije y le di un beso en la nariz, luego otro en la mejilla y por último, un beso como es debido en la boca. Me sentía muy bien con él. Le puse mis manos rodeando su cuello y él las suyas en mi cintura, atrayéndome hacia sí.
- Te quiero. – Me susurró en el oído para después volver a besarme con más intensidad.

Estuvimos besándonos un buen rato, hasta que me quité de encima suya y me senté a su lado, abrazada a él y mirándole a los ojos.

- Es la hora, Toni, me tengo que ir al instituto.
- Vale, ya te llevo, aunque se me ha pasado volando esta media hora.
- Y a mí, pero la he disfrutado, porque estaba contigo.
- Te quiero demasiado. – Me dijo para después darme un beso. Nos levantamos y nos fuimos al colegio.

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