Gotas de otoño

Gotas de otoño
Cuando una hoja cayó a la fuente, y se llenó de agua, me di cuenta de mi error, de que nada era como antes. Pero podía volver a serlo, aunque sólo fuese un poco.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Capítulo 9

CAPÍTULO 9.




Salí casi corriendo del colegio y me encontré girando la esquina con Sergio, que estaba esperándome.

- Hola. – dije respirando entrecortada mente – siento haber tardado tanto y haberte hecho esperar.
- No te preocupes, no pasa nada, tampoco ha sido demasiado aburrida la espera. – sonrió y eso me dejó más tranquila.
- Bueno, ¿vamos? Tengo un hambre tremenda y muchas ganas de llegar a casa.
- Pus ya somos dos. Tú no lo notas, pero mi estómago ahora mismo está rugiendo como un león. – ese comentario me hizo reír, haciendo a su vez que me tranquilizase un poco.
- Mira, ya viene el bus, ¡corre, que no llegamos! – le dije y empecé a correr sintiendo cómo él corría detrás de mí. Llegamos por los pelos al autobús, picamos los billetes y caímos rendidos en los dos únicos asientos que quedaban libres.
- Menos mal que hemos llegado a tiempo.
- Sí, lo malo es que ahora estoy asfixiada.
- Yo no tanto cómo tú, pero tampoco me ha sentado bien la carrera con la mochila a cuestas. – reí de nuevo y él conmigo.
- Bueno y ¿dónde vives? – pregunté.
- Pues al lado del metro, cerca de la cafetería Madrid.
- Yo también vivo por allí, bueno más bien mi padre. Hoy me toca comer allí.
- Pues entonces vamos a tener todo el camino para hablar.
- Pues sí. A ver, cuéntame, ¿qué tal terminaste la ESO?
- Pues bastante bien, la verdad. Me quedó sólo una para septiembre y la recuperé sin el mayor esfuerzo, así que no puedo quejarme. ¿Y tú? ¿Qué tal primero de Bach?
- Pues ha sido un año duro, cambian muchas cosas, ya lo empezarás a comprobar y las asignaturas se vuelven mucho más complicadas que antes. Pero lo pasé con una media de siete y medio.
- Pues entonces se te debió dar bastante bien. Me alegro, espero que yo también saque buena media este curso.
- ¿Qué quieres estudiar? – pregunté algo intrigada.
- Me encantaría estudiar una carrera que tenga que ver con biología, me encanta. ¿Y tú?
- Yo tengo pensado estudiar algo así cómo diseño gráfico o una ingeniería audiovisual, aunque lo que me encantaría es hacer diseño de interiores, pero no tiene demasiadas salidas.
- Ya, eso es cierto. – mientras hablábamos, con una conversación un tanto amena, llegamos a la parada en la que ambos debíamos bajarnos. Dimos al botón de “parada solicitada” y bajamos del autobús en cuanto paró.

El aire fuera seguía siendo caluroso, pero sin duda menos agobiante que el autobús, en el que hacía un calor prácticamente mortal.
Anduvimos un buen trecho y cuándo yo pensé que se iría, no se fue y continuó hasta la misma puerta que yo, sacando sus llaves al mismo tiempo que sacaba yo las mías.

- No me lo creo, ¿vivimos en el mismo edificio?
- Eso parece. Un placer tenerte como vecina.
- Igualmente. – le dije sin salir de mi asombro, de nuevo volvían a mi vida las casualidades, hacía dos años que no había tenido ninguna y ahora me vienen todas de golpe.

Hugo además de pedirme que le ayudase con la decoración de su fiesta, era mi nuevo compañero de tenis. Mi primo Guille estaba colado por mi Lauri, a la que había conocido en una discoteca y ahora esto. Me empecé a poner nerviosa, la última vez que las casualidades me invadieron fue en el verano de hacía dos años, cuando Dani, mi mejor amigo desapareció de mi vida. Y ahora las casualidades volvían, ¿qué malo traerían?

Subí despacio hasta mi piso y abrí la puerta, las llaves de mi padre estaban puestas, por tanto deduje que él ya había llegado a casa y estaría haciendo la comida.

—¡Hola!—dije esperando oír una respuesta.
—En la cocina, cielo—me contestó mi padre, tal cómo había imaginado.

Comimos algo rápido, porque después salía mi hermana y mi padre tenía que ir a buscarla al colegio. Yo tenía que ir preparándome para ir a tenis. Esa tarde sería movidita, no como las demás.

Cuando mi padre se marchó, empecé a prepararme. Me vestí, me peiné, estiré un poco, cogí mi raqueta y me miré al espejo.

—Respira hondo—me dije a mí misma. Cogí las llaves y cerré la puerta.

Al llegar al polideportivo, antes de entrar a la pista dónde tenía que entrenar, me paré en seco.
Dentro de muy pocos minutos, tendría que verle la cara al pijo y engreído de Hugo, y la verdad es que no me hacía demasiada gracia.

—Respira hondo, Aurora—me volví a repetir. Y así hice, respiré hondo y entré en la pista, dejando mis problemas en la puerta.

A los dos minutos aproximadamente, llegó Laura. No sabía lo que le esperaba, ni mi interrogatorio ni la visita de mi primo. Pero tenía que ir preparándola, diciéndole lo primero aquello que ella me había pedido.

—Tiene novia—le dije por lo bajo, ella me miró y sonrió.
—Me da igual. Te tengo que contar algo muy fuerte.
—Pues ya estás tardando.
—No, ahora no. En los vestuarios, cuando salgamos.
—Como quieras.

Cogimos las raquetas y empezamos a calentar, las dos, los chicos llegaban tarde.
Cuando llegaron, jugamos un partido y por desgracia, me tocó con Hugo, cada vez le soportaba menos, pero tenía que poder con el asco que le tenía y concentrarme en el juego. Además le había dicho que le ayudaría en su fiesta y Aurora Jiménez García nunca rompía una promesa.

Cuando terminamos el entrenamiento, nos fuimos directamente a los vestuarios, a darnos una buena ducha. Estábamos solas, así que Laura podía contarme eso que era tan importante.

—Venga, suéltalo ya—le dije impaciente.
—He conocido a un chico por Internet—me habló emocionada.
—¿Y?
—Y bueno, es guapísimo, según las fotos que he visto. Pero lo mejor es que me suena mucho su cara, creo que le vi en alguna discoteca.
—¿Cómo se llama? Dame más detalles chica que estás siendo muy escueta.
—Se llama Guille, tiene veintiún años y es un cielo—al decirme eso, empecé a sospechar, pero no quería adelantar acontecimientos, así que no la dije nada sobre lo que estaba pensando.
—Pues que bien ¿no?
—Sí, tía, es genial, en serio, tengo muchísimas ganas de conocerle.
—¿Y cuándo le vas a conocer?
—Pues ni idea, no hemos hablado de eso...Bueno, dejemos de hablar de mí, ¿qué tal con Toni?
—Genial, aunque no le veo desde el lunes y le echo mucho de menos.
—No creo que os dure mucho eso de no veros, conociéndote...
—Eso espero, Lauri, eso espero.

Terminamos la conversación una vez nos hubimos vestido, recogimos nuestras cosas y salimos del vestuario.
Estábamos a punto de salir del polideportivo, cuando le vi. Laura no pareció darse cuenta, pero en cuanto se giró, mantuvo su mirada fija a la suya durante unos segundos, para luego cogerme del brazo fuerte y susurrarme al oído.

—Es él, Auro, es él, estoy casi segura.

Seguimos andando hasta dónde estaba y nos paramos. Era mi turno de las presentaciones.

—Laura, te presento oficialmente a mi primo, Guille—dije una vez le había dado dos besos al chico fuerte y guapo que tenía justo en frente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario