Gotas de otoño

Gotas de otoño
Cuando una hoja cayó a la fuente, y se llenó de agua, me di cuenta de mi error, de que nada era como antes. Pero podía volver a serlo, aunque sólo fuese un poco.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Capítulo 7

CAPÍTULO 7.





Llegó el martes y con él, miles cosas que hacer.
Apunté la lista en una hoja para no olvidarme de nada.

1. Hablar con Hugo.
2. Ir a la revista.
3. Contarle a Carmen muchas cosas.
4. Presentarme a los amigos de Javi y Rubén.
5. Preguntar a Iñigo que tal está.
6. Hacer el trabajo de inicio de curso con Carmen e Iñigo.
7. Buscar a Quique y pedirle consejo.
8. Ir a baile con Miri y Bea.
9. Escribir el diario.
10. Decirle a Toni que le quiero muchísimo.


Algunas de las cosas que había apuntado eran simples tonterías, pero ya que estaba, las anotaba.


Fui al colegio más dormida de lo habitual, no había pasado muy buena noche.
Al llegar a la entrada, me estaban esperando Talía, Miri, Cata y Quique, que solían ser los primeros en llegar.
Les di dos besos a cada uno y nos subimos a clase.
Una vez en clase, me senté en mi pupitre y miré a Carmen que parecía igual de adormilada que yo. A primera hora me tocaba historia y además de que no me gustaba nada la asignatura, se me cerraban los ojos.
Opté por dormirme, en vez de parecer un zombi.

Carmen era un chica un poco reservada, ya que no expresaba demasiado sus sentimientos, pero muy divertida. No había hora del día en el que no me riese con ella. También se portaba muy bien con los demás y era muy colaboradora en los distintos proyectos del colegio. Era morena, con el pelo bastante largo, los ojos marrones oscuros y la tez algo blanquecina. Era bastante estudiosa ya que de mayor, quería estudiar medicina para poder ser una gran médico. Me gustaba mucho compartir las clases con ella. Me ayudaba siempre que podía y viceversa y nos complementábamos muy bien. La gente nos llamaba el dúo dinámico, porque siempre nos reíamos de todo. Además de ser mi compañera de pupitre y de risas, también era una gran amiga, a la que le contaba todo lo que me pasaba. Confiaba mucho en ella y sabía que ella también confiaba en mí.

Me desperté gracias a un codazo de Carmen. La profesora se había colocado justo enfrente de mí y no dejaba de mirarme.

- ¿Has dormido bien?
- La verdad es que no mucho, he pasado una mala noche.
- Ya, pero eso no es excusa para quedarte dormida en clase.
- Lo sé y lo siento, no he podido evitarlo.
- Que no se vuelva a repetir. – Me dijo mi profesora de historia muy seria, para después coger sus libros e irse de la clase.
- Ya te vale. – Me dijo Carmen medio riéndose.
- Me moría de sueño, no lo he podido evitar.
- Verás, ahora te va a tener fichada.
- No me digas eso, que ya de por sí se me da mal la historia, como me tenga manía lo remato vamos.
- Menuda eres, Auro. – Me dijo Rubén añadiéndose a la conversación.
- Yo también lo quiero hacer. Debe de ser la leche descansar un poco y que encima ni te castiguen ni nada. – Añadió Javi dándole un toque cómico a la situación tan bochornosa por la que yo acababa de pasar.
- Es más potra que otra cosa. Le has debido de dar pena. Llega a ser la de biología y ya estabas en el despacho de la jefa. – Me dijo Fran.
- Bueno vale. Pero al menos ya se me ha quitado el sueño. – Dije sonriendo.
- Siempre sonriendo, di que sí, aunque te echen la bronca. – Apareció Iñigo por detrás riéndose. – Así me gusta.

Todos nos reímos con su comentario.
El cambio de clase se había acabado, así que tuvieron que volver a sus respectivos sitios para atender a la siguiente clase, dibujo técnico.

Rubén y Javi, era un par un tanto peculiar, a lo Mortadelo y Filemón. Estaban todo el día juntos, pero la mayoría del rato discutiendo o peleándose por alguna tontería. Rubén era muy estudioso y muy inteligente, le encanta todo lo clásico, era muy tradicional y se podía pasar horas y horas hablando en un trabajo sobre un monumento, le encantaba la cultura. Era un chico bastante delgado, quizás demasiado, con los ojos marrones y gafas. En cuanto a Javi, era todo lo contrario. No estudiaba demasiado, pero se esforzaba, no le gustaba nada lo tradicional y prefería ser moderno y futurista. Tocaba la guitarra y cantaba en una banda, de la cuál yo fui partícipe alguna vez. Era uno de mis compañeros de coro y para él casi todo era divertirse y hacer lo que uno quería. Estaba fuerte, pero no demasiado, adoraba los deportes. Tenía el pelo rubio y los ojos azules y también llevaba gafas. Aún así, ambos se complementaban y se llevaban muy bien desde pequeños.

Las dos siguientes clases se me pasaron volando, porque me gustaban mucho, dibujo y matemáticas.
Llegó la hora del recreo y tocaba ir por primera vez a la revista en el curso.
Bajé con Fran, Lucas y Quique, que eran los que se habían apuntado conmigo y con los que llevaba ya cuatro años ahí metida.
Bajamos a la sala de reuniones, dónde cada miércoles nos juntábamos todos y hacíamos un pequeño repaso de cómo llevábamos la revista del colegio.
Me encantaba poder participar en algo así, me sentía importante y así mi autoestima crecía, sabiendo que podía hacer muchas cosas.

Estuvimos esperando en la puerta un rato largo, hasta que la coordinadora apareció con las llaves. Una vez entraron todos, la coordinadora, también profesora del colegio, empezó a hablar.

- Cómo todos sabéis, la primera reunión sirve para elegir al director o directora y al subdirector o subdirectora de nuestra revista. Este año, debéis elegir entre los alumnos de segundo de bachillerato, el director o directora y entre los de primero de bachillerato, el subdirector o subdirectora. – Cuando dijo eso, uno de los presentes levantó la mano.
- ¿Quiénes son los alumnos de segundo de bachillerato? Es que soy nuevo en el colegio y no los conozco.
- Son, Francisco, Lucas, Quique y Aurora. Así que ahora que ya lo sabéis, adelante, votar.
- ¿Quién vota por Francisco? – Preguntó la coordinadora. Solo dos personas levantaron la mano. - ¿Y por Quique? – Esta vez la levantaron tres. – De acuerdo, ¿Lucas? – Levantó la mano una única chica que no paraba de mirarle y que parecía de cuarto. – Entonces, ¿Quién quiere que Aurora sea la directora? – Levantaron la mano al menos quince personas de veinte y pocas que había. Me quedé bastante sorprendida, puesto que eso quería decir, que yo, sería la nueva directora de la revista escolar.
- Pues ya tenemos a la nueva directora de la revista, Aurora Jiménez. Espero que sepas, Aurora, que este cargo es muy especial y que conlleva una serie de responsabilidades... – Ya no sabía ni lo que me estaba diciendo, estaba tan feliz por ser la directora, por ser reconocida por algo que realmente me encantaba, que ya no tenía el sentido del oído, lo había perdido por unos segundos, para centrarme en mi interior y en mis sentimientos en ese momento.
- Bueno, ahora toca elegir al subdirector o subdirectora de primero de bachiller. Los alumnos son Sergio, Sonia e Irene.
- Esta claro que queremos que Sergio sea el subdirector. – Dijo uno de los alumnos de cuarto.
- ¿Estáis todos de acuerdo? – Preguntó de nuevo la coordinadora.
- ¡Si! – Contestaron todos los presentes a la vez y yo me añadí a la afirmación. No conocía a Sergio, pero me transmitía buenas vibraciones y estaba segura de que si le conociese nos íbamos a llevar muy bien.

Cuando terminó la reunión, Sergio, el nuevo subdirector vino a hablar conmigo.

- Hola, Aurora. Sé que no nos conocemos, pero me han hablado muy bien de ti, así que es un placer trabajar contigo. – Sonreí.
- Parece que acabas de entrar en un trabajo y yo soy tu jefa.
- Bueno, es algo así bajo mi punto de vista.
- Sí, más o menos, lo único malo de este “trabajo” es que no nos pagan. De todos modos también es un placer que podamos trabajar juntos. – Dije y me paré a mirar su reacción. Estaba feliz, creo que tanto como yo, de tener un cargo tan importante en algo que le apasionaba, como a mí. Estaba segura de que no me había equivocado al pensar que nos llevaríamos realmente bien.
- Gracias. – Me dijo.
- A ti. – Respondí - de todos modos y si quieres, después de clase podemos hablar de cómo organizar la revista y así nos conocemos un poco más.
- Me parece estupendo. A la salida te espero.
- Nos vemos.- Y tras decirle eso, me subí a clase, dónde ya me esperaban todos mis amigos.


Llegué a la tercera planta, y me dirigí a la puerta de mi clase, estaba cerrada y no parecía haber nadie. Intenté abrirla y se abrió sin el mayor esfuerzo. Asomé la cabeza y vi a Hugo, sentado en mi mesa. ¿Pero que narices hacia él ahí?

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